lunes, 30 de mayo de 2016

Paseo nocturno


Les comparto un cuento que a mi parecer es muy interesante, se titula "Paseo nocturno" de Rubem Fonseca

Llegué a la casa cargando la carpeta llena de papeles, relatorios, estudios, investigaciones,
propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la cama, un vaso de whisky en el
velador, dijo, sin sacar lo ojos de las cartas, estás con un aire de cansado. Los sonidos de la
casa: mi hija en su dormitorio practicando impostación de la voz, la música cuadrafónica del
dormitorio de mi hijo. ¿No vas a soltar ese maletín?, preguntó mi mujer, sácate esa ropa, bebe
un whisky, necesitas relajarte.
Fui a la biblioteca, el lugar de la casa donde me gustaba estar aislado, y como siempre no
hice nada. Abrí el volumen de pesquisas sobre la mesa, no veía las letras ni los números, yo
apenas esperaba. Tú no paras de trabajar, apuesto a que tus socios no trabajan ni la mitad y
ganan la misma cosa, entró mi mujer en la sala con un vaso en la mano, ¿ya puedo mandar a
servir la comida?
La empleada servía a la francesa, mis hijos habían crecido, mi mujer y yo estábamos gordos.
Es aquel vino que te gusta, ella hace un chasquido con placer. Mi hijo me pidió dinero cuando
estábamos en el cafecito, mi hija me pidió dinero en la hora del licor. Mi mujer no pidió nada:
teníamos una cuenta bancaria conjunta.
¿Vamos a dar una vuelta en el auto? Invité. Yo sabía que ella no iba, era la hora de la teleserie.
No sé qué gracia tiene pasear en auto todas las noches, también ese auto costó una fortuna,
tiene que ser usado, yo soy la que se apega menos a los bienes materiales, respondió mi
mujer.
Los autos de los niños bloqueaban la puerta del garaje, impidiendo que yo sacase el mío.
Saqué los autos de los dos, los dejé en la calle, saqué el mío y lo dejé en la calle, puse los dos
carros nuevamente en el garaje, cerré la puerta, todas esas maniobras me dejaron levemente
irritado, pero al ver los parachoques salientes de mi auto, el refuerzo especial doble de acero
cromado, sentí que mi corazón batía rápido de euforia. Metí la llave en la ignición, era un
motor poderoso que generaba su fuerza en silencio, escondido en el capó aerodinámico. Salí,
como siempre sin saber para dónde ir, tenía que ser una calle desierta, en esta ciudad que
tiene más gente que moscas. En la Avenida Brasil, allí no podía ser, mucho movimiento.
Llegué a una calle mal iluminada, llena de árboles oscuros, el lugar ideal. ¿Hombre o mujer?,
realmente no había gran diferencia, pero no aparecía nadie en condiciones, comencé a quedar
un poco tenso, eso siempre sucedía, hasta me gustaba, el alivio era mayor. Entonces vi a la
mujer, podía ser ella, aunque una mujer fuese menos emocionante, por ser más fácil. Ella
caminaba apresuradamente, llevaba un bulto de papel ordinario, cosas de la panadería o de
la verdulería, estaba de falda y blusa, andaba rápido, había árboles en la acera, de veinte en
veinte metros, un interesante problema que exigía una dosis de pericia. Apagué las luces del
auto y aceleré. Ella solo se dio cuenta de que yo iba encima de ella cuando escuchó el sonido
del caucho de los neumáticos pegando en la cuneta. Le di a la mujer arriba de las rodillas,
bien al medio de las dos piernas, un poco más sobre la izquierda, un golpe perfecto, escuché
el ruido del impacto partiendo los dos huesazos, desvié rápido a la izquierda, un golpe
perfecto, pasé como un cohete cerca de un árbol y me deslicé con los neumáticos cantando,
de vuelta al asfalto. Motor bueno, el mío, iba de cero a cien kilómetros en once segundos.
Incluso pude ver el cuerpo todo descoyuntado de la mujer que había ido a parar, rojizo,
encima de un muro, de esos bajitos de casa de suburbio.
Examiné el auto en el garaje. Con orgullo pasé la mano suavemente por el guardabarros, los
parachoques sin marca. Pocas personas, en el mundo entero, igualaban mi habilidad en el uso
de esas máquinas.
La familia estaba viendo televisión. ¿Ya diste tu paseíto, ahora estás más tranquilo?, preguntó
mi mujer, acostada en el sofá, mirando fijamente el video. Voy a dormir, buenas noches para
todos, respondí, mañana voy a tener un día horrible en la compañía.
FIN

domingo, 15 de mayo de 2016

El enigmático placer en leer sobre la ciencia


 
En el capítulo 2, titulado “Ciencia y esperanza”, del libro El mundo y sus demonios de Carl Sagan, el autor nos invita a reflexionar sobre la importancia que ha tenido la ciencia a lo largo de los años, nos afirma que actualmente diferentes ramas de las ciencias nos han ayudado a entender el mundo y la vida en él, además sugiere que la ciencia y tecnología son parte importante en el progreso económico a nivel mundial, permitiendo el aumento y desarrollo cultural, aunque también apunta que la ciencia puede ser dañina una vez que cae en las manos equivocadas, como de los políticos, empresarios, técnicos industriales y hasta de terroristas, que no buscan un bien común, el mal uso de los conocimientos científicos los lleva a la creación, producción y venta de armas de destrucción masiva. Por otro lado el autor parece tener problemas con los ideales religiosos que vemos actualmente, me parece que en este punto él prefiere disminuir el valor de las creencias místicas a pensamientos falsos y equivocados que los creyentes tienen, el autor debería de respetar los diferentes ideales que existen.
En el capítulo 4 “Extraterrestres” del mismo libro, comienza narrando una pequeña historia de lo que sería una abducción a cualquier persona por extraterrestres, después plantea que en Estados Unidos se hicieron encuestas sobre la gente que realmente afirmaba haber sido abducida por extraterrestres y que cuentan sus anécdotas a terapeutas y psiquiatras acerca de lo ocurrido en sus encuentros con estos seres de otro mundo. El autor nos comparte su fascinación por éste tema y explica que las anécdotas de los abducidos nos muestran diferentes descripciones físicas de estos seres y de sus naves; más adelante la sospecha del autor sale a la luz y nos propone que muchos de los avistamientos y fotografías, que exponían los famosos platillos voladores, eran obra de charlatanes que solo buscaban fama. Por otra parte nos comenta acerca de las experiencias que los granjeros han tenido en estos últimos años, acerca del descubrimiento de figuras circulares en los campos y de que los científicos han tratado de descifrar el enigma de su aparición.
En lo personal ésta es una lectura bastante interesante, y cualquiera de nosotros podrían fácilmente disfrutarla, mientras, al lado del autor, vamos descubriendo los enigmas y la importancia de la ciencia y el universo.