Mi muñeca no dejaba de llorar; mi papá me la había comprado en un bazar la semana pasada, pero esta era la tercera noche que mi muñeca empezaba a llorar a la mitad de la noche y no podía callarla con nada. Camine al cuarto de mis padres, ya no podía aguantar una noche más con esos lloriqueos en mi habitación.
-Papi, otra vez esta llorando- dije despertandolo
-Cariño, te he dicho que le quites las pilas después de jugar con ella- dijo mi padre sentandose en la cama; tomó a la muñeca en sus manos y abrió la tapita de las pilas para quitarselas, pero mi muñeca no tenía ninguna pila.
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