sábado, 19 de marzo de 2016

La cena esta servida






Caminaba a paso torpe por la calle mientras las estrellas adornaban el cielo negro, la luz escupida por las lámparas era débil y no podía ver bien el camino, la calle estaba vacía; llegué a la puerta de mi casa y saque las llaves de la mochila para abrir la cerradura; entre y el ambiente era silencioso, todo parecía estar en calma y no se escuchaban ni los murmullos de mi familia, todas las luces estaban apagadas, trate de encenderlas subiendo el apagador, no funcionó, decidí caminar entre los grandes pasillos, buscando a mis padres y mi hermano; revisé en la cocina, la sala de estar y en el jardín, pero nada, ni un alma se encontraba ahí; subí las escaleras cuidando de no caerme, llegue al último escalón, observe el pasillo y las puertas cerradas, note que debajo de la de mis padres una tenue luz parecía tener movimiento, camine hasta allí, toque tres veces, nadie me respondió; entonces gire la manija tratando de no despertarlos, vi el televisor prendido y el volumen en “silencio”; me adentre en las sombras de la habitación y al ver la cama vacía un escalofrío recorrió mi columna vertebral, salí corriendo en busca de mi hermano y al llegar a su habitación, abrí la puerta y vi que también estaba vacía, un grito ahogado resonó en mi garganta cuando detrás de mi escuche un suspiro entrecortado y a lo lejos alguien murmuraba “la cena está servida”; la puerta se azotó, alguien bajo corriendo las escaleras, abrí la puerta de golpe y corrí en busca del individuo; bajé las escaleras y vi la luz del comedor encendida, me acerque y vi tres siluetas sentadas frente a la mesa esperando; me acerque más y vi a mi mamá, mi papá y mi hermano; cada uno miraba el platón que reposaba enfrente de ellos, sus ojos habían perdido aquel brillo que los caracterizaba y su piel tenía un color diferente, mientras más me acercaba podía distinguir la figura que tenían enfrente; era algo amorfo, entre rosado y rojizo, salté hacia atrás y un grito salió de mi boca, sus corazones fueron puestos frente a ellos y una tarjeta estaba recargada en una botella de vino, la cual tenía escrito: “la cena está servida querida”; mi vista se nublo y caí al piso, lo último que pude ver fue una sombra negra acercándose a mía paso lento.

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